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¿Realizar una investigación es realmente una tarea difícil?

La percepción sobre el proceso de investigación necesita un cambio de paradigma.

16 de diciembre de 2021

Constantemente las personas manifiestan que la realización de una investigación es una labor difícil, y en el caso de los estudiantes, es común observar cómo desbordan sus nervios cuando llega el momento de realizar su tesis de grado; pero ¿realmente es cierta esta afirmación?

En términos generales, la investigación tiene como fin la búsqueda de nuevos conocimientos, o la verificación de que los conocimientos existentes sobre un hecho en particular son relevantes, fidedignos y coherentes con la realidad; pues, la investigación científica trasciende más allá de lo aprendido a través del conocimiento común.

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El ser humano desde su nacimiento comienza un proceso indetenible en la adquisición de conocimientos. Inicialmente, este proceso es instintivo, espontáneo o inconsciente; pero, con el transcurrir de los años comienza a ser voluntario, como respuesta a la necesidad natural de buscar respuestas a situaciones desconocidas. Este proceso es llamado por la literatura como conocimiento común, y se logra simplemente accionando los sentidos.

Este conocimiento común está sujeto a la interpretación de cada persona de acuerdo con sus experiencias, por lo tanto, posee una gran carga emocional, y por consiguiente, es sumamente subjetivo; es un tipo de conocimiento que en ocasiones puede llegar a ser válido, por ser la consecuencia de experiencias propias, o el resultado de experiencias de terceros, pero en muchas otras circunstancias no es la mejor representación de la realidad.

Un conocimiento que no logra explicar razonablemente la realidad de las cosas llega a ser inútil, y puede convertirse en un obstáculo para el desarrollo de la humanidad, razón por la cual es indispensable llegar a procesos que permitan un verdadero enriquecimiento del saber, y es allí donde el conocimiento obtenido a través de procesos científicos destaca por su gran valor.

Sobre este particular, Sanders Peirce, citado por Kerlinger y Lee (2002), identifica cuatro métodos de conocimiento:

  1. El método de la tenacidad. Este método establece que las creencias son verdaderas porque siempre se han considerado verdaderas y reales. Sostiene este autor que a menudo la gente se aferra a sus creencias aún frente a hechos que claramente están en conflicto con ellas. Además, infieren “nuevo” conocimiento a partir de proposiciones que pueden ser falsas.

  2. El método de la autoridad o de creencias establecidas. Este método sugiere que las creencias se sustentan en la credibilidad que se tiene en la fuente del conocimiento. De manera cotidiana nos encontramos con una gran cantidad de hechos e información con base en la autoridad. Por ejemplo, cuando la información proviene de un experto en un tema, las personas tienden a aceptar como válida esta información sin evaluar sus fundamentos. Ciertamente, no podemos concluir que el método de la autoridad sea totalmente defectuoso; pero lo es en ciertas circunstancias.

  3. El método a priori o método de la intuición. Este método se refiere a las proposiciones que son aceptadas como verdaderas por considerarse así mismas como evidentes o que aparentan ser razonables.

  4. Método de la ciencia. Es el método que determina que todo conocimiento es verdadero si es el resultado de procedimientos que pueden ser probados, sometidos al escrutinio público y pueden ser autocorregidos. Aunque es oportuno señalar que esta posición del autor referido se centra en un método con enfoques más cuantitativos que cualitativos.

Los tres primeros métodos del conocimiento son el reflejo de la cotidianidad del ser humano, son aprendizajes que se vienen transfiriendo año tras año, y corresponden a las vivencias acumuladas y transmitidas de generación en generación, conllevando la posibilidad de fortalecer como válido un conocimiento que muchas veces es falso.

Según esta perspectiva, la forma de garantizar que el conocimiento sea verdadero es que este surja de procedimientos científicos por medio de la investigación científica. Esto explica la importancia de seguir procedimientos y protocolos que aseguren resultados válidos y confiables.

La investigación como proceso sistemático

La investigación y sus procedimientos han sido objeto de estudio a lo largo de la historia por filósofos y científicos, generando posiciones diversas, muchas de ellas contrapuestas entre sí. Lamentablemente, de toda esta disertación histórica ha surgido una visión errada de la investigación científica como un proceso complicado; pues, tal como lo refiere Sagan (2000) “el mundo vive obcecado con la imagen del científico loco” (p.22).

La investigación no es necesariamente complicada, solo amerita la elaboración de un plan de trabajo sistemático que garantice resultados confiables, para asegurar que exista un verdadero aporte al conocimiento. En este sentido, Perujo (2009), señala que “investigar tiene mucho de reto y de aventura […] Es una lucha por saber y por demostrarlo… [pues] contribuye con nuestro esfuerzo y voluntad escrutadora a ensanchar los límites del conocimiento racionalizado” (p.11).

La definición de ciencia también ha pasado por varias transformaciones, y actualmente existen diversas formas para precisarla. Lo cierto es que la ciencia y, por consiguiente, la investigación científica, generalmente son asociadas a procesos complejos exclusivos de mentes brillantes, tal como lo reseña Babbie (2000), al exponer que “para algunos las ciencias son las matemáticas; para otros, batas blancas y laboratorios. A menudo se confunde con la tecnología o se equipara con las materias penosas de la preparatoria y la universidad” (p.2).

Es pertinente señalar que todas las personas hacen investigación; pues, todos en algún momento de sus vidas han tenido la necesidad de indagar, escudriñar, buscar información para obtener un conocimiento sobre alguna situación o asunto específico, o para resolver un problema.

Sobre esta afirmación, Bunge (2004), argumenta que la investigación, independientemente de su dimensión científica o común, se trata de hallar problemas, formularlos y luchar con ellos.

El término investigación no está vinculado de manera obligatoria al aspecto científico. Para que una investigación sea científica debe estar conformada por una serie de pasos y estrategias que le otorguen tal carácter. Por tal razón, Hernández, Fernández y Baptista (2014), definen a la investigación desde la óptica científica, como “un conjunto de procesos sistemáticos, críticos y empíricos que se aplican al estudio de un fenómeno o problema” (p.4).

Por su parte, Ander-Egg (2011), indica que:

Aplicado el término investigación al campo de la ciencia, ésta alude al procedimiento reflexivo, sistemático, controlado y crítico que tiene como finalidad descubrir, describir, explicar o interpretar los hechos, fenómenos, procesos, relaciones y constantes o generalizaciones que se dan en un determinado ámbito de la realidad. Procedimiento que a su vez supone, un modo de llevarlo a cabo, una metodología que comporta un conjunto de métodos, técnicas, procedimientos y estrategias propios de la ciencia, que tienen por objetivo adquirir nuevos conocimientos, ya sea para hacer formulaciones teóricas o para aplicarlo con propósitos prácticos. (p.18)

En función a este argumento, para garantizar resultados confiables en una investigación, se deben respetar las diferentes exigencias que plantea la metodología de la investigación, manteniendo una coordinación coherente entre el problema, los objetivos, las variables, alcance de la investigación, su diseño, instrumentos de recolección de datos, técnicas de análisis, y demás aspectos, ya que el uso inadecuado de cualquiera de estos elementos puede afectar de manera directa el éxito de la investigación.

Algunos especialistas en metodología de la investigación sugieren que esta rigurosidad científica tiene mejor sustento en el enfoque cuantitativo; sin embargo, las investigaciones con un enfoque cualitativo, si bien es cierto que gozan de mayor libertad por la naturaleza de sus técnicas, igualmente deben asegurar el apego a ciertos aspectos y límites, para evitar conclusiones ajenas a la realidad que pretenden explicar.

Existe la percepción de que los temas admitidos para una investigación están limitados a temas de alta complejidad, vinculados a la química, física, matemáticas, astrofísica, medicina, entre otros; pero hay una gama indefinida de posibilidades que pueden ser tratados siguiendo una sistematización de pasos coherentes y con el uso adecuado de técnicas para llegar a resultados científicamente válidos.

En definitiva, la complejidad de la investigación no está asociada en sí misma al proceso científico, sino al tema o problema seleccionado y el grado de profundidad al que se desea llegar. Por esta razón, es recomendable que investigadores que se inician en esta labor, al momento de escoger su línea de investigación, deben evaluar problemas acordes con sus posibilidades para evitar resultados frustrantes.

La experiencia en cualquier área o faceta es un proceso acumulativo de vivencias, así como los niños van acumulando conocimiento partiendo de elementos básicos, pasando por pasos sucesivos de mejoramiento hasta lograr el dominio de determinadas habilidades y acciones, igualmente sucede con los procesos de investigación; pues, el investigador principiante debe medir sus destrezas y limitaciones, y no excederse en la selección de situaciones problemáticas muy complejas, pero, sin caer en temas básicos y de poca relevancia científica.

Así, por ejemplo, es totalmente válido desarrollar investigaciones que tienen como finalidad:

En general, mi interés es destacar que existe un infinito número de alternativas para iniciar una investigación.

Hay situaciones que se presentan en el entorno del investigador, que aun cuando parecieran triviales pueden ofrecer aspectos interesantes para su abordaje, todo depende de la capacidad, visión y acuciosidad del investigador. El secreto se encuentra en el apego a pasos y técnicas que garanticen resultados objetivos y coherentes con la realidad.

Lo importante es dejar claro que el grado de complejidad de la investigación viene dada por los mismos intereses del investigador.

¿Cómo evitar complicaciones en la investigación científica?

Hasta este momento he escrito sobre la importancia de la investigación científica en la formación del conocimiento, acerca de la inmensa variedad temática que puede ser abordada en un proceso investigativo y sobre la necesidad de mantener pasos sistemáticos y coherentes para evitar complicaciones.

Todo esto parece indicar que ese temor que manifiestan los estudiantes con respecto a la elaboración de sus trabajos de grados es infundado; sin embargo, quiero decirles que hacer tal reflexión es poco acertada, ya que es bastante común que ocurran algunas situaciones que obstaculizan el desarrollo de las tesis de grado, por tal motivo quiero compartir con ustedes algunas recomendaciones para superar estos obstáculos.

Al momento de seleccionar el tema o línea de investigación, este debe ser acorde a las posibilidades del investigador. Se debe tener un manejo de conocimientos base para abordar el problema seleccionado.

No basta con identificar el problema; pues, se debe conocer el problema. Es recomendable escoger situaciones problemáticas con las que se siente identificado el investigador. Resulta contraproducente elegir un tema sobre el cual se posee poco dominio.

Otro problema que presentan los estudiantes que pretenden elaborar un trabajo de investigación, es la falta de visión de lo que desean investigar. Resulta muy difícil llegar a un objetivo sin tener claridad sobre lo que se quiere.

No basta con identificar el problema, es necesario conocer a dónde se desea llegar. Kerlinger (2002), señala que “uno debe saber qué es lo que trata de encontrar. Cuando por fin se identifica, el problema ya está en camino a la solución” (p.25). Para tal fin, se debe identificar cuál aspecto específico del problema se pretende abordar, ya que un problema puede tener varias aristas, en consecuencia, debe ser delimitado cuidadosamente.

Cuando el estudiante logra superar las dos situaciones anteriores, ya tiene gran parte del camino ganado. Pero, además, es preciso conocer que la investigación tiene tres grandes rasgos que fijan su estructura según lo expresa Gómez (2005), estos son: a) Los antecedentes; b) la fuente de información o datos a estudiar, los cuales pueden ser obtenidos por observación, experimentación o medición, y, c) el análisis e interpretación de datos siguiendo técnicas determinadas. Por consiguiente, el investigador debe tener acceso a estos tres aspectos.

Los antecedentes se refieren a los estudios previos que han abordado el problema de manera directa o indirecta, cuyas conclusiones pueden tener relevancia sobre los resultados del nuevo estudio, por tanto, son de gran importancia. Estos antecedentes son la base para definir el planteamiento del problema, las nuevas variables de estudio y las hipótesis.

Por otro lado, los datos constituyen el objeto de estudio descompuesto en elementos básicos que en su conjunto desencadenan en un problema, por tal razón son las piezas básicas de la investigación, unos datos incorrectos generan conclusiones imprecisas o erróneas.

A partir de estos datos se define el diseño y nivel de profundidad de la investigación. Finalmente, y a grandes rasgos, una vez obtenida la información necesaria, se procede a su análisis e interpretación, mediante el uso de técnicas estadísticas o cualitativas, para llegar a conclusiones concretas.

También es fundamental la delimitación del estudio, ya que esto evita que el investigador se pierda en un mundo de generalidades y ambigüedades sin llegar a conclusiones concretas y realistas. Algunos autores consideran que el investigador debe, por lo menos, delimitar el aspecto teórico, temporal y espacial.

Igualmente se recomienda el establecimiento de limitaciones existentes: recursos económicos, factor tiempo, el acceso a la información, necesidades técnicas, entre otras.

Importancia de un esquema preliminar

Es importante destacar que el investigador debe poseer de manera provisional, un esquema mental pre-elaborado de su trabajo de investigación; esto resulta de mucha ayuda para guiar cada uno de los pasos, así como ahorrar esfuerzos y recursos al evitar acciones que agregan poco valor al proceso.

La elaboración de este esquema preliminar es fundamental para la realización del planteamiento del problema, y para ello se pueden apoyar en los aportes de Bunge (2004), quien señala la existencia de cinco estadios en la estructura de la investigación, a través de los cuales se logra precisar con gran detalle el problema:

Primer estadio: La formulación

Segundo estadio: Exploración preliminar

Tercer estadio: Descripción

Cuarto estadio: Interpretación

Quinto estadio: Control de la solución

No se debe sentir desalentado si algunas de estas preguntas no tienen respuestas tan prematuramente; pero, entre más aspectos se detecten, contribuye a visualizar con mayor claridad el problema, con el fin de establecer los mecanismos más idóneos para abordarlo. Incluso, la falta de respuesta a una de estas preguntas puede llegar a ser efectivamente el problema central de la investigación.

Conclusión

De acuerdo a todo lo planteado se concluye que el proceso de investigación no es difícil; sin embargo, amerita que el investigador tenga claros sus objetivos, y posea la disposición de respetar la secuencia de los pasos sistemáticos, así como las técnicas adecuadas para obtener resultados confiables.

Referencias

Babbie, E. (2000). Fundamentos de la investigación social (Trad Dávila, J.). The basics of social research. International Thomson Editores, S.A. de C.V.

Bunge, M. (2004). La investigación científica. Su estrategia y filosofía (3a Ed). Siglo XXI Editores, S.A. de C.V.

Gómez, A. (2005). Filosofía y metodología de las ciencias sociales. Alianza Editorial, S.A.

Hernández, R.; Fernández, C., y Baptista, M. (2014). Metodología de la investigación (6a Ed). McGraw-Hill / Interamericana Editores, S.A. de C.V.

Kerlinger, F. y Lee, H. (2002). Investigación del comportamiento. Métodos de investigación en ciencias sociales (4a ed.). McGraw-Hill / Interamericana de México.

Perujo, F. (2009). El investigador en su laberinto. La tesis, un desafío posible. Comunicación Social Ediciones y Publicaciones.

Sagan, C. (2000). El mundo y sus demonios. La ciencia como una luz en la oscuridad (Trad Üdina, C) The demond-haunted world. Editorial Planeta, S.A.