Toda investigación necesita de manera indefectible de un soporte teórico que sustente su desarrollo y conclusiones; pues, independientemente del tipo de investigación, de su diseño o del grado de profundidad, es indispensable que el investigador inicie un proceso de documentación para conocer, con la mayor precisión posible, los fundamentos teóricos más relevantes sobre el tema seleccionado.
El proceso de documentación
El proceso de documentación se encuentra estructurado en dos etapas básicas: a) La búsqueda de la información o heurística, y b) El análisis, interpretación y síntesis de la información, también conocido como proceso hermenéutico.
La búsqueda de información en la actualidad no reviste un mayor problema, ya que la cantidad de información que es incorporada de manera permanente en internet es muy acelerada.
Es inaceptable que en la actualidad un investigador manifieste que no encuentra información sobre algún tema específico; pues, esto solo es admisible en problemas muy novedosos.
Un verdadero problema es el proceso hermenéutico, en virtud de que la abundancia de información en la red global no garantiza necesariamente su calidad, tal como lo exponen Oliván, Angós y Fernández (1999), quienes señalan que la mayoría de la información recuperada en internet es más basura que otra cosa.
Debido a esta realidad, más adelante se exponen algunos consejos para que el investigador pueda filtrar los resultados de búsqueda y, en consecuencia, obtener fuentes de información confiables.
Deseo comenzar este post citando a Jaffe (2007), quien en su libro ¿Qué es la ciencia?, dedica unas líneas a la importancia de la información. Este científico indica que la…
…gran parte del éxito de la ciencia y de sus ejércitos de científicos que hacen avanzar las fronteras del conocimiento depende de la información. Ningún adelanto en la ciencia moderna es posible sin un flujo eficiente de información entre generaciones (mediante libros y artículos viejos) y entre científicos que producen nueva información (mediante correspondencia, publicaciones y congresos). Gran cantidad de nuevo conocimiento se logra a través de novedosas maneras de recolectar el flujo de información de la sociedad. La extracción de datos de la información disponible en la Internet, la construcción de grandes bases de datos y el número creciente de periódicos científicos disponibles en línea sin costo, son ejemplos de este nuevo estado de cosas que configuran la así llamada Sociedad de la Información. Esto implica que la base de la creatividad no está sólo en la mente de un científico individual sino en el poder cerebral colectivo de una comunidad de científicos (p. 101).
Partiendo de esta reflexión, es preciso establecer la diferencia existente entre información y datos.
La información se encuentra representada por todo tipo de documento, entendida la palabra documento en su sentido más amplio, cuyo contenido sea un aporte para la investigación en desarrollo, tal como “libros, informes de investigación, tesis de grado, trabajos de ascenso, revistas científicas, abstracts, artículos de prensa, publicaciones periódicas, resúmenes de conferencias, seminarios o foros, monografías, ensayos, entrevistas de radio o televisión, informes técnicos, películas, material obtenido en redes informáticas” (Hurtado, 2012, p. 200).
En cambio, los datos son los hechos o elementos específicos sujetos a análisis o estudio, por ejemplo, si se desea estudiar la prevalencia de diabetes en una zona geográfica específica, los datos pueden estar constituidos por los registros contenidos en las historias clínicas de los centros de salud ubicados en esa comunidad; es así como la información estaría conformada por las fuentes enumeradas anteriormente donde se establezcan fundamentos teóricos sobre la diabetes, y los datos los registros médicos asentados en las historias clínicas.
¿Dónde buscar la información?
En primer lugar, es importante indicar que aun cuando la internet es el sitio con la mayor cantidad de información disponible, un investigador no debe dejar de lado las fuentes tradicionales como bibliotecas, hemerotecas, archivos y bases de datos.
Con respecto a la significativa cantidad de información poco confiable que se encuentra en la Web, es imperativo ser muy selectivo y cuidadoso con el material que ahí se localiza.
La estrategia ideal es recurrir a motores de búsqueda que tienen como prioridad filtrar la información publicada, bajo el uso de ciertos parámetros que ofrecen una mayor garantía sobre los resultados de búsqueda.
Google se ha convertido en el principal motor de búsqueda de la internet por la cantidad de información que contiene, sin embargo, este no posee filtros para garantizar calidad.
Por esta razón, es recomendable centrar la búsqueda de información directamente en las páginas web que poseen un carácter académico y científico, por ejemplo, revistas científicas como Dialnet, Scielo y Redalyc; bibliotecas virtuales y repositorios digitales de las universidades; centros de investigación; libros digitales, etcétera. Así mismo, páginas especializadas como Google Académico, World Wide Science, Jurn, Scopus, Science Research, Eric, entre muchas otras.
También resulta de ayuda el uso de metabuscadores, los cuales tienen como objetivo la ubicación de información que se encuentra disponible en los motores de búsqueda más usados. Entre los metabuscadores de mayor importancia destacan Metacrawler, Dogpile, Startpage, Zapmeta, solo por mencionar algunos, manteniendo siempre criterios de selección.
Análisis, interpretación y síntesis de la información
La información es esencial para realizar cualquier investigación, a partir de esta se construyen las variables desde el punto de vista conceptual y operacional.
Tal como se ha reseñado anteriormente, en la actualidad existe una abundante cantidad de información que en la mayoría de los casos no cumple con las características científicas para ser utilizadas en una investigación.
Este exceso de información debe ser cuidadosamente evaluado para determinar su calidad mediante un proceso de depuración. Sobre este asunto Lau (2007), señala que “la actual sobrecarga de información requiere que la gente valide y evalúe la información para comprobar su confiabilidad” (p.10), especialmente cuando esta se encuentra en la Web, de tal manera que no basta localizar la información, sino que es indispensable asegurar su calidad a través de su evaluación.
El proceso de evaluación de la información recuperada debe realizarse mediante ciertos criterios. Así, por ejemplo, se debe verificar que el autor del contenido localizado se encuentre debidamente identificado, así como constatar que este autor cumpla con las cualidades suficientes para considerar que se encuentra calificado para emitir juicios válidos en un tema específico.
Esto aplica tanto para los casos cuando el autor es una persona o cuando se trata de organismos, corporaciones o institutos. Hay que ser muy cuidadoso con la información obtenida de blogs, ya que cualquier persona no calificada puede emitir opiniones sobre cualquier tema con base a posiciones personales y sin fundamentos científicos, motivo por el cual se estaría solo ante una información especulativa.
En cuanto a las características de la información, siguiendo los aportes de Oliván y Fernández (1999), a continuación, se identifican algunos criterios importantes para filtrar la información:
a. Fecha de creación y última actualización de la información, con el fin de determinar si la información está actualizada, en especial cuando se trata de temas en medicina, tecnología, economía, entre otras, donde la dinámica corriente de estas disciplinas hace que la información pierda vigencia de manera muy apresurada.
b. Los objetivos del contenido y el público a quien va dirigido, puesto que la forma de abordar un tema difiere según el enfoque que se quiere dar a la misma. Por ejemplo, temas como el aborto tienen muchos enfoques: médico, social, psicológico, religioso, penal, etcétera. Igualmente, el público al cual se dirige la información puede ser una comunidad religiosa, a médicos, a una colectividad de estudiantes, a un lector adolescente, entre otros.
En consecuencia, hay que medir si el lenguaje, orientación y tratamiento de la información son útiles para el investigador. No todo lo que se escribe sobre un tema es apto para todas las investigaciones que se realicen sobre esa problemática, aun cuando su contenido sea muy especializado y calificado.
c. La calidad de la información se mide en función a precisión y exactitud. Una información ambigua sin posiciones ni resultados concretos no son recomendables.
d. Se debe evaluar la objetividad y equilibrio en los criterios expuestos por el autor.
e. Nivel de profundidad y exhaustividad con que se aborda el tema en cuestión, si la información es completa, qué aspectos se cubren y con qué nivel de detalle.
f. Distinguir si la información es primaria o secundaria; puesto que es más confiable una información procesada directamente por la fuente consultada, a aquella que es el resultado de la interpretación que efectúan terceros sobre la información recolectada por otros.
g. Determinar el grado de confianza que nos genera la información, a través de la constatación de datos, fuentes, metodología utilizada, etcétera. Es preferible seleccionar información que se origina de procesos científicos bien definidos, que se sustenta en fuentes especializadas, donde se explican los procedimientos utilizados, se muestra el procesamiento de los datos, para comprobar que los resultados y propuestas obedecen a técnicas confiables y se garantice un correcto tratamiento de la información.
En definitiva, una vez recolectada la información y verificada su calidad, es preciso realizar un análisis de esta. En algunas ocasiones los estudiantes quieren incluir en sus investigaciones toda información que consideran importante, pero tal conducta muchas veces ocasiona un desvío del objetivo principal del estudio.
Una información puede ser muy relevante, pero sino está estrechamente vinculada a los objetivos de investigación resulta impertinente e inapropiada su consideración. Por tanto, toda información debe ser analizada en su contexto para definir su pertinencia.
Resulta obligatorio hacer una estricta revisión de la información encontrada para evaluar su relación con los objetivos de la investigación, así como constatar su validez; pues, solo después de haber superado este filtro se aconseja su uso como fuente de información para la investigación, independientemente de que apoye o no la hipótesis del investigador.
Es relevante contextualizar las fuentes de información, con el fin de verificar que estas sean compatibles con la investigación en desarrollo; así por ejemplo, en el caso de que se esté realizando un estudio sobre liderazgo en una organización determinada, es necesario comparar las diferentes fuentes de información para precisar su conveniencia, pues el comportamiento organizacional de las empresas asiáticas no es la misma a la existente en los países latinoamericanos; no es igual el funcionamiento de una organización con pocos empleados a una con cientos de empleados distribuidos en diferentes sedes, ya sean sedes locales o repartidas en varios países; no es igual el liderazgo que se ejerce en una empresa con tareas estructuradas y controladas por procedimientos bien definidos como la fabricación y ensamblaje de vehículos, al liderazgo en una organización que permite el desarrollo de tareas bajo parámetros menos estrictos y controlados, como el caso de empresas que promulgan la creatividad y mayor libertad de acción, por ejemplo organizaciones que trabajan con mejoras tecnológicas como Google o Microsoft.
En este ejemplo sobre el liderazgo, la información debe ser analizada e interpretada para definir su relevancia en la investigación, ya que aun cuando puede ser destacada y bien fundamentada desde el punto de vista científico, puede llegar a ser incompatible con su propósito, excepto que el objetivo de la investigación esté orientado a la comparación de un fenómeno, en este caso del liderazgo, entre unidades de análisis con características diferentes.
Este proceso de análisis conlleva finalmente a la síntesis de la información, dejando solo la información pertinente y excluyendo la menos apropiada.
Para realizar este proceso de síntesis, es muy importante mantener un alto grado de objetividad e imparcialidad para seleccionar la información a través de su análisis e interpretación.
Muchas veces el investigador cae en la tentación de excluir información relevante por el hecho de ser contraria a su hipótesis o a sus criterios personales. Esta práctica es científicamente inapropiada, ya que conlleva a resultados sesgados y cuestionables por la comunidad científica.
Referencias
Hurtado, J. (2012). Metodología de la investigación. Guía para una comprensión holística de la ciencia. 4a Edición. Centro Interamericano de Estudios Avanzados Sypal y Quirón Ediciones.
Jaffe, K. (2007). ¿Qué es la ciencia? Una visión interdisciplinaria. Universidad Simón Bolívar.
Lau, J. (2007). Directrices sobre desarrollo de habilidades informativas para el aprendizaje permanente (Trad Ríos, M). Publicación original de la Federación Internacional de Asociaciones e Instituciones Bibliotecarias (IFLA). Universidad Veracruzana. México. Disponible en este enlace.
Oliván, J., Angós, J. y Fernández, M. (1999). Criterios para evaluar la calidad de las fuentes de información en Internet. Revista Scire: representación y organización del conocimiento. Volumen 5, Número 2 (julio-diciembre 1999). Prensas Universitarias de Zaragoza. Disponible en este enlace